El faraón y el arqueólogo. Cien años del descubrimiento de la tumba de Tutankamón (1922)

Artículo de Alice Croce Ortega


En el siglo XIX, los europeos que deseaban emprender un viaje exótico solían ir a Egipto; fue un poco como sucedió con Italia, que en cambio fue considerada, durante mucho tiempo, una meta obligada para la formación cultural. La moda de viajar a Egipto nació bajo el empuje de la atracción por el misterio: momias, pirámides, faraones y otros exotismos que representaban algo muy interesante para lo que podría llamarse “una aventura organizada”. En Europa, la fascinación por lo exótico en la arquitectura dio lugar también a varios ejemplos de estilo neoegipcio tanto en los edificios como en el mobiliario, cuyos motivos decorativos recordaban los elementos típicos de ese país.

Si bien sabemos que admiradores de la cultura egipcia hubo desde la época griega y romana, sólo a partir de finales del siglo XVIII se empezó a estudiar este antiguo país de forma más sistemática: concretamente, con motivo de la campaña napoleónica en Egipto que tuvo lugar entre 1798 y 1791. Napoleón Bonaparte -además de encabezar su expedición militar- llevó consigo botánicos, zoólogos, diseñadores y artistas que documentaron la conformación geográfica del país, entre otras cosas, con la elaboración de los primeros mapas fiables.

La pasión por la cultura de este pueblo también fue alentada por el ascenso del valí egipcio Mehmet Alí, en 1805, que se mostró sensible a la modernización del país, permitiendo el acceso de expediciones extranjeras y otorgando autorizaciones para excavaciones principalmente a Inglaterra, Francia, Italia y Estados Unidos. Esta apertura permitió por tanto la difusión de la cultura local y el turismo cultural “ante litteram”, así como, sobre todo, de las misiones arqueológicas. A una de estas misiones, subvencionada por el Museo Británico, se une un joven dibujante sin blanca llamado Howard Carter (Londres, 9 de mayo de 1874 – Londres, 2 de marzo de 1939) que se embarca rumbo a Egipto con la tarea de dibujar los relieves y los hallazgos arqueológicos. pero, si es necesario, también para ayudar, físicamente, en las excavaciones.

El joven Howard gradualmente se apasiona a la arqueología, tanto que participa en la identificación y excavación de diversos sitios arqueológicos de cierta importancia. Pero en 1905, mientras Carter está a cargo del área arqueológica de Saqquara, algo sale mal; un grupo de franceses borrachos intenta entrar en la zona vigilada por guardias armados: el resultado es un enfrentamiento que, lamentablemente, acabará con la muerte de un francés. Carter como director del sitio arqueológico es acusado como responsable por los franceses, quienes le exigen que se disculpe. Carter se niega, alegando que no tiene ninguna responsabilidad de lo que ha pasado y por lo tanto queda despedido.

A los 31 años, Carter se encuentra sin trabajo en un país extranjero y sin perspectivas, tanto que acaba vendiendo acuarelas a los turistas. En este difícil momento conoce a George Edward Stanhope Molyneux Herbert, V Conde de Carnarvon (Highclere Castle, 26 de junio de 1866 – El Cairo, 5 de abril de 1923) un aristocrático inglés muy rico en busca de aventuras y con una pasión desenfrenada por Egipto y sus tesoros… especialmente sus tesoros. Así comenzó la colaboración entre Lord Carnavon y Carter que durará quince años, salpicada por importantes descubrimientos arqueológicos, pero sin rastro de los famosos tesoros que Carnavon soñaba. Quizás fuera por esta razón, el caso es que Lord Carnavon en algún momento decidió acabar con la arqueología, Egipto y todo lo demás, frustrado por la imposibilidad de alcanzar su objetivo.

Carter está desesperado, pero juega su última carta. Pide que se le conceda explotar tan solo la concesión para excavaciones detenida por Lord Carnavon, comprometiéndose a organizar su última expedición a costa de pagar de su propio bolsillo. Carnavon se conmueve y le otorga no solo la concesión, sino también la suma necesaria para su última misión. El arqueólogo decide tomar como punto de referencia los cimientos utilizados para las obras de construcción por los obreros que construyeron las tumbas. Su idea novedosa parece dar resultado y al cabo de un tiempo es capaz de identificar con certeza antes los escalones y luego la entrada a una tumba en una zona donde había realizado otras excavaciones, años atrás. Con asombro se da cuenta de que la tumba parece intacta, algo que nunca le había sucedido antes de entonces: resiste la fuerte tentación de entrar en seguida por respeto a su mecenas, y decide esperarle para que participe él también en ese extraordinario evento.

El precinto original (¡quizás no del todo!) de la tumba de T., que en realidad no se remonta al momento en el que el faraón fue enterrado: la tumba ya había sido profana y de nuevo precintada pocos años tras la muerte del monarca

Lord Carnavon, tras recibir un telegrama de Carter, llega desde Inglaterra y junto con su esposa presencia a todo el procedimiento.

La puerta que el equipo de excavación encontró al final de la escalera, detrás de la primera puerta, estaba cerrada y sellada, pero la tumba ya había sido violada dos veces. Resultó que los robos habían ocurrido poco después del entierro, unos 3.000 años antes del descubrimiento de Carter: los ladrones habían robado solo objetos pequeños, incluidas algunas piedras preciosas. Los antiguos funcionarios habían vuelto a cerrar las puertas exteriores después de los hechos y las habían vuelto a sellar. Una puerta interior al final de un pasillo descendiente también había sido sellada de nuevo después de haber sido forzada.

El acceso a la tumba no es inmediato, pero cuando rompen la última pared es Carter quien primero asoma la cabeza por la ranura y con la ayuda de una bombilla eléctrica ilumina lo que había permanecido a la oscuridad durante 3200 años. El espectáculo habría compensado a ambos de toda una vida de búsquedas: era la tumba casi intacta de Tutankamón.

Una vez en el interior, y tras mil precauciones y vicisitudes, Carter abrió el sarcófago, recordando después el evento con estas palabras:

“Di la orden. En el silencio más absoluto, la pesada losa se levantó. La luz brilló en el sarcófago. Un grito de asombro escapó de nuestras bocas, tan magnífica fue la vista que apareció ante nuestros ojos: la efigie de oro del rey niño”.

Lamentablemente, Lord Carnavon no pudo presenciar la apertura definitiva del sarcófago, que se llevó a cabo en dos fases con más de un año de diferencia entre sí: todo esto debido a complicaciones por la picadura de un mosquito, algo que dio origen a los conocidos rumores sobre la “Maldición de Tutankamón”.

El sarcófago fue sólo uno de los numerosos hallazgos encerrados en la tumba, un ajuar funerario casi intacto, como hemos dicho: curiosamente ese sarcófago, con la magnífica máscara funeraria de oro que se ha vuelto tan icónica, se consideró inicialmente (como era costumbre entre los arqueólogos de la época) de escasa trascendencia, tanto que Howard Carter dejó que se abriera y que se destapara la momia sin hacerle demasiado caso, mientras él se ocupaba del riquísimo ajuar. De hecho, el sarcófago se sometió a una restauración como es debido solo en 2019.

Tutankamón fue un faraón influyente, que restauró la importancia de los dioses que su antecesor había dejado de lado en favor del único dios Atón: pero su reinado fue corto y en la documentación histórica no tiene un papel destacado. Se hizo famoso en todo el mundo 3.000 años después de su muerte, por la magnificencia y extraordinario estado de conservación de su tumba.

Y no solo eso: porque gran parte del mérito también hay que dárselo a los métodos modernos utilizados por Carter, quien documentó su descubrimiento desde el principio con la fotografía del gran Harry Burton (Lincolnshire, 1879 – 1940), egiptólogo y fotógrafo, cuyas fotografías más famosas son las que realizó durante la excavación de la tumba de Tutankamón en noviembre de 1922 (iniciales KV62). “The Times” publicó 142 de estas imágenes en su edición del 21 de febrero de 1923.

Burton pasó ocho años inmortalizando la tumba de Tutankamón y los objetos que contenía. Sus placas fotográficas, tomadas durante esos años, se consideran las mejores fotografías arqueológicas jamás realizadas.

Otra extraordinaria herramienta utilizada por Carter fue la luz eléctrica, nada obvio en el Egipto de aquellos tiempos.

Pero si queréis saber más sobre esta extraordinaria aventura, cuyo centenario se celebra en estos días, os propongo una novela muy interesante, en la que un joven ayudante de Howard Carter nos narra toda la historia: un niño egipcio que se convertirá en uno de los más fieles asistentes del gran egiptólogo.

La novela cuenta la historia de este extraordinario hallazgo de una forma muy completa, incluyendo una pizca de fuerzas sobrenaturales que cuando se trata de sarcófagos y tumbas no puede faltar. Narra también las difíciles relaciones entre europeos y egipcios, en lo que quizás fue una de las primeras operaciones de mediación cultural entre dos pueblos cercanos pero muy diferentes, tanto desde la perspectiva de las relaciones entre instituciones como desde el punto de vista humano. ¿Qué más decir? Isabel Giustiniani es una certeza en lo que se refiere al antiguo Egipto, e incluso esta novela suya no defrauda las expectativas: nos habla de la vida real, de gente común y corriente y no solo de faraones y personajes ilustres, como suele ocurrir en este tipo de obras. Esperemos que se pueda traducir pronto al español…

Finalmente, un ensayo de P. V., una obra de divulgación que ya tiene sus años y ha sido superada por los estudios más recientes sobre la historia egipcia, sin embargo en ella el autor nos narra estos mismos echos de una forma aún muy interesante y entretenida


Un pensiero su “El faraón y el arqueólogo. Cien años del descubrimiento de la tumba de Tutankamón (1922)

Rispondi

Inserisci i tuoi dati qui sotto o clicca su un'icona per effettuare l'accesso:

Logo di WordPress.com

Stai commentando usando il tuo account WordPress.com. Chiudi sessione /  Modifica )

Foto Twitter

Stai commentando usando il tuo account Twitter. Chiudi sessione /  Modifica )

Foto di Facebook

Stai commentando usando il tuo account Facebook. Chiudi sessione /  Modifica )

Connessione a %s...